Gracias Hugo! Estoy ordenando mi buhardilla, estos escritos estaban olvidados en viejos cuadernos de la primera mitad de los 80. Dentro de lo que se puede, este "ordenando" trata de abarcar tambien mi mente y espiritu, y escudriñar e indagar un poco acerca de mi abandono de la escritura por aquellos años. Un abrazo.
José:cuál será la razón por la que uno escribe cada vez menos?Esa iluminación de la palabra..¿habrá llegado a lo inexpresable o la tendremos incorporada?.Un abrazo.Daniel.
Azaharoso Jóse, tan amiga de lo breve en Poesía, afirmo contigo que nos vamos atenuando pero nada nos salvará de las pasiones, jamás. Ese fuego que insiste.
Gracias a todos! Es "ese fuego que insiste" , Virginia, que nos vuelve persistentes con la escritura, quizá. Sí, Daniel, creo que los silencios entre las palabras (lo inexpresable) en algún momento comienzan a ser el mejor mensaje. Gracias Viviana, Liliana y Marta. Saludos
Tu dices que mis poemas son poesía. No lo son. Sin embargo, si comprendes que no lo son, entonces verás la poesía que contienen. Ryokán
La poesía es la libertad total. La libertad individual y cotidiana. Cuando escribo un poema soy el ser más libre del universo. Puedo pasear tranquilamente dentro de mí y en los alrededores. No espero nada, no necesito nada. No quiero recompensas por mi poema. No necesito destrozar nada. Escribo un poema jugando libremente, sin pretensiones, sin origen y sin destino. De ese mismo modo se lee la poesía: sin pretender absolutamente nada. Ni siquiera hay que intentar “comprenderlo”. ¿Qué quiso decir el poeta? Nada. Cuando un niño juega “no quiere” decir nada. Simplemente se abstrae y se entrega a ese momento de libertad total. Urgencia de la poesía. Pedro Juan Gutiérrez
Se desliza uno de modo imperceptible de una escena, una edad, una vida, a otra. De pronto, mientras se camina por una calle, ya sea en la realidad o en sueños, se da uno cuenta, por primera vez, de que los años han volado, de que todo esto ha pasado para siempre y de que ya sólo vivirá en la memoria; y entonces los recuerdos giran hacia adentro con un esplendor extraño y sorprendente y se reviven perpetuamente estas escenas e incidentes, en sueños y en encantamientos, mientras se pasea por una calle, o se está acostado con una mujer, o mientras se lee un libro o se habla con un extraño… Repentinamente, pero siempre con una insistencia terrorífica, y siempre con una precisión terrorífica, estos recuerdos se interponen, se alzan como fantasmas y se filtran en cada una de las fibras de un ser viviente. Y, a partir de ese momento, todo se mueve en niveles en alza; nuestros pensamientos, nuestros sueños, nuestras acciones, nuestra vida entera. Un paralelogramo en el cual caemos desde una plataforma de nuestro andamio a otra. A partir de ese momento caminamos deshojados en miríadas de fragmentos, como un insecto de cien patas, un ciempiés de suaves patitas que bebe en la atmósfera; caminamos con filamentos sensibles que beben con avidez del pasado y del futuro, y todas las cosas se derriten en música y en pesar; caminamos contra un mundo unido, afirmando nuestra divisibilidad. Todas las cosas, en nuestro caminar, estallan dentro de nosotros en miríadas de fragmentos iridiscentes. La gran fragmentación de la madurez. El gran cambio. Cuando éramos jóvenes, constituíamos un todo, y el terror y el pesar del mundo penetraban en nosotros total y enteramente. No existía una separación definida entre la alegría y el pesar: se fundían en una sola cosa, del mismo modo que nuestra vida de vigilia se funde con el sueño y los sueños. Nos levantábamos por la mañana como un ser, y por la noche nos sumergíamos en un océano, nos ahogábamos por completo, aferrados a las estrellas y a la fiebre del día.
Henry Miller Primavera Negra (fragmento de "El distrito decimocuarto")
A la vera del océano, bastante al sur del Trópico de Capricornio, nací una medianoche de invierno. Allí, atrevidos púrpuras del crepúsculo señalan inconmensurables llanos de pastos y montes de fantasmas con espinas.
Descendiente directo de la sal y el eucalipto, he dormitado en la arena tibia de dunas increíbles, cobijado por la brisa marina de ancestros difusos y lejanos.
Por el viento, o por distracción, no icé banderas. Tampoco levanté estatuas a la posteridad.
La ciencia, la historia y los mapas, no han hecho mella en este cuerpo asoleado; y este corazón, felizmente abandonado a su suerte, se ha contentado con rendir culto a cierta poesía salvaje.
He creído elucubrar ecuaciones mágicas para resolver la incógnita del amanecer. Luego, en un autoirreverente satori, esas poco creíbles escrituras alimentaron la salamandra en las noches del alma.
La buhardilla. Es un escondite, un lugar para reencontrarse, para recuperar espacios perdidos en la vorágine de la lucha por la subsistencia, en este comienzo complicado de milenio. Un espacio para tomar fuerzas, para recomponer las piezas dañadas del alma y cargar las pilas. Un lugar para disfrutar de recuerdos y pensamientos, para entrelazar hilos de comunicación e interconectar almas abiertas. Bienvenidos, la buhardilla es amplia y hay lugar para todos. Cuidado los viejos al subir las escaleras. La Buhardilla de José en este enlace ¿Que es la Buhardilla?
José Luis: hermoso poema. Sintetiza, poderosamente, la condición del artista. Un fuerte abrazo. Hugo Patuto.
ResponderEliminarGracias Hugo! Estoy ordenando mi buhardilla, estos escritos estaban olvidados en viejos cuadernos de la primera mitad de los 80. Dentro de lo que se puede, este "ordenando" trata de abarcar tambien mi mente y espiritu, y escudriñar e indagar un poco acerca de mi abandono de la escritura por aquellos años. Un abrazo.
ResponderEliminarJose´:
ResponderEliminarCon muy pocas palabras ..dices mucho
y bellamente.
Te saluda Liliana,desde Argentina.
José Buhardilla: qué maravilloso poder sintetizar un pensamiento tan amplio con tan bellas palabras. ¡Hermoso! Marta Susana
ResponderEliminarJosé:cuál será la razón por la que uno escribe cada vez menos?Esa iluminación de la palabra..¿habrá llegado a lo inexpresable o la tendremos incorporada?.Un abrazo.Daniel.
ResponderEliminarBello poema José,Besos Viviana B.
ResponderEliminarAzaharoso Jóse, tan amiga de lo breve en Poesía, afirmo contigo que nos vamos atenuando pero nada nos salvará de las pasiones, jamás. Ese fuego que insiste.
ResponderEliminarTe abrazo fuerte.
Virginia.
Gracias a todos!
ResponderEliminarEs "ese fuego que insiste" , Virginia, que nos vuelve persistentes con la escritura, quizá.
Sí, Daniel, creo que los silencios entre las palabras (lo inexpresable) en algún momento comienzan a ser el mejor mensaje.
Gracias Viviana, Liliana y Marta. Saludos
Esa pequeñez. Esa miniatura.
ResponderEliminarTan potente. Tan pasión. Tan fuego.
Gracias José. Una hermosura tus letras.
Te abrazo.
Mónica